El XVI dictamen del Observatorio Estatal de la Dependencia de la Asociación de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales es un dictamen un tanto especial por tres razones:
1ª) Contiene la información de la gestión del SAAD referida al ciclo político completo de la X Legislatura, es decir, del Gobierno
presidido por Mariano Rajoy. Las recientes citas electorales hacen que este Dictamen también refleje, en parte, la situación global que se han encontrado muchos nuevos gobiernos autonómicos.
2ª) Recoge la culminación del calendario progresivo de implantación de la Ley 39/2006 que, tras las sucesivas moratorias aprobadas por el Gobierno del Partido Popular, se cerró el 1 de julio de 2015 con el reconocimiento de derecho a atención a todas las personas dependientes sea cual sea su Grado.
3ª) El sistema de atención a la dependencia se encuentra en punto crucial de su desarrollo. Creemos llegado el momento de tomar alguna decisión basada en las evidencias de la gestión. O se invierte de manera decidida y –según creemos- inteligente o se admite que el Estado no es capaz de garantizar los derechos contenidos en una Ley; asunto este que no carece de
gravedad aunque a veces parezca que nos hemos resignado a que así fuera.
Este dictamen se ha realizado considerando los datos oficiales de la gestión del Sistema de atención a la dependencia hasta 31 de diciembre de 2015. Aún no están disponibles de manera pública y oficial todos los datos posibles en el apartado económico (en realidad nunca lo han estado), pero ya se posee suficiente información como para realizar algunas
estimaciones que –dada la trayectoria de análisis de dieciséis dictámenes poseen una consistencia contrastada.
En tan solo nueve años, seis han sido las personas que han soportado el peso de una cartera ministerial que debía atender a
cerca de un millón trescientas mil personas dependientes en España: Caldera, Cabrera, Jiménez, Pajín, Mato y Alonso.
En esos nueve años, cerca de tres millones de personas que se acercaron al sistema (muchas ya no están) han soportado –para bien y para mal- el peso de sus decisiones.